BIOGRAFIA MAMANI MAMANI


Mamani Mamani nacio en Cochabamba y no en el altiplano aymara que él representa en sus obras. Sus padres por preservar su amor, puesto que sus familias no aceptaban su unión, debieron irse de su hogar, cerca de las antiguas ruinas de Tiawanaku. Desde su regreso a su pueblo natal, a los nueve años, Mamani Mamani ha dedicado su arte a sus raíces aymaras.

Debido a su adiestramiento poco convencional, su pintura es diferente a la mayoría de sus contemporáneos bolivianos. Aunque comenzó a pintar a los ocho años, estudio agronomía en vez de bellas artes “No se espera que el hijo de una familia aymara vaya a la Escuela de Bellas Artes en La Paz”, dice Mamani Mamani.

En 1991 luego de ganar el primer premio en el concurso artístico más prestigioso de Bolivia, el Salón Pedro Domingo Murillo, se dedica de lleno a la pintura, dice que el no haberse formado académicamente como pintor le permitió explorar más temas de la cultura boliviana que otros artistas del país. “En Bolivia […] hay un estancamiento por la formación académica de la escuela europea, no hay visión de ver nuestra propia cultura. Como artista he tenido mucha influencia de mi cultura, de los rituales, de las fiestas, de todo ese colorido, esa cultura grande que nos han dejado nuestros antepasados”.

En vez de mencionar a los antiguos maestros como la inspiración de su estilo y sus temas Mamani Mamani habla de su abuela. “Mi abuela no sabía hablar ni una sola palabra de castellano, sólo aymara. No conocía la palabra estrés o depresión. Estas son palabras occidentales… Sembraba sus papas y su quinua y ha vivido casi hasta los noventa años”.

Mamani Mamani crea un tono emocional en consonancia con la vida andina y sus vibrantes colores. Sus pinturas, principalmente en acrílico y pastel, irradian las brillantes combinaciones de rojos, turquesas, violetas y naranjas, que caracterizan a las telas y cerámicas de la región. “[…] Una vez le pregunte a mi abuela por qué utilizaban colores tan fuertes en el campo, y me dijo que era para ahuyentar a los malos espíritus, para que nosotros estemos felices y no nos coma la oscuridad”. El autor utiliza estos colores en simples diseños ondulantes para transmitir una sensación de paz y armonía que surge de la de la estrecha interrelación de los aymaras con la tierra. Es este sentido de sagrado en la naturaleza lo que emana gran parte de su obra.

Sin embargo, las obras de Mamani Mamani están impulsadas por algo más ambiguo que la representación de la forma de ser aymara. Su obra también constituye una defensa contra la intromisión de los valores y las costumbres occidentales en su propio pueblo. Ante la creciente apertura de Bolivia a las influencias del resto del mundo y las altas tasas de emigración hacia las ciudades en detrimento de las comunidades rurales, Mamani Mamani cree que la pureza cultural boliviana se encuentra amenazada. Al exhibir obras que representan los ritos y ceremonias aymaras, el autor intenta recuperar el antiguo conocimiento que muchos han perdido. “Cuando pinto estas imágenes, mucho bolivianos no conocen los rituales del campo”. Pero en sus cuadros el artista no sólo refuerza un sistema de creencias. Generalmente las fechas cuando expone sus obras coinciden con rituales y ceremonias, y realiza ofrendas en la sala de exhibiciones antes de su inauguración. “Yo me ch´allo, es un ritual aymara para que a uno le vaya bien, en las cuatro esquinas de la sala, como lo hacemos antes de comer o beber. Es un ritual de agradecimiento a la Pacahmama por los frutos de la tierra que nos da para vivir”.

Mamani Maman no limita su lucha solamente por mantener la identidad aymara en su obra. Al decidir bautizar a su hijo con el nombre de Illimani está dando un mensaje. Illimani es la palabra aymara de la montaña que se encuentra sobre la ciudad de La Paz. “Le puse ese nombre porque las montañas son grandes dioses que nos protegen, nos proveen agua limpia para las semillas, agua pura para beber y aire puro”.

Mamani Mamani no desconoce la controversia; en realidad la busca. En una de sus exposiciones en La Paz incluyo mas de cincuenta dibujos eróticos para “demostrar el lado oscuro de Mamani Mamani”. Pago a una modelo para que apareciera desnuda durante la apertura para molestar a los sectores conservadores de la sociedad boliviana. Tal gesto creó una conmoción en La Paz.

“en Bolivia somos casi el 60% de indígenas, es poca la gente de afuera”, dice Mamani Mamani. “Por esta razón es importante que valoremos nuestra cultura, que la gente se sienta orgullosa de su diferencia. Este es mi trabajo como artista y como hombre”.

Extraido del libro “Pintores Bolivianos Contemporáneos, Mamani Mamani”.

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